El desacuerdo

El viernes 4 de septiembre de 1992, la Dirección de Recursos Humanos entregó los listados del personal excedente, que en la empresa siderúrgica asturiana afectaba a 5.905 operarios nacidos antes de del 15 de septiembre de 1941. Estos eran los primeros que entraban en el sistema de prejubilaciones y jubilaciones anticipadas, fórmula que preveía la CSI para llevar a cabo la reducción de plantilla.
El desacuerdo con el plan industrial y laboral era total, los sindicatos se preparaban y estaban dispuestos a llevar las movilizaciones a las calles de Madrid y Bruselas en los próximos meses, para impedir que se llevasen adelante esas pretensiones. Por primera vez se oía “una marcha sobre Madrid”. El martes 15 de septiembre, la siderurgia vuelve a retomar las movilizaciones con una masiva manifestación en Avilés exigiendo la variación de los planteamientos de la CSI. El paro en los centros de trabajo fue total y afectó por igual a las empresas Auxiliares.
Significar la ausencia de incidentes y la solidaridad de los ciudadanos de las localidades afectadas. A finales de este mes de septiembre, en reunión celebrada en Oviedo, representantes de USO, CC.OO y UGT, determinan hacer una marcha a pie, que se iniciaría el 9 de octubre en Oviedo y finalizaría el 26 del mismo mes ante el Ministerio de Industria en Madrid.
A partir de entonces se forman equipos de trabajo con el fin de programar todo y no dejar nada a la improvisación. Se empiezan a mantener reuniones con representantes de los ayuntamientos de las comarcas afectadas, tratando de su implicación y adquiriendo de ellos el compromiso de subvencionar parte del coste de la marcha. Los alcaldes de la comarca avilesina hicieron pública una resolución tras reunirse en la tarde del jueves día 1 de octubre con los organizadores de la marcha, quienes explicamos los pormenores y el entramado necesario para llevar a buen fin la movilización. El coste en un principio, se tasaba en 30 millones de pesetas y los primeros ediles señalaron que cada ayuntamiento subvencionaría la marcha conforme a sus posibilidades. La aportación municipal completaría los ingresos que se reciban de otras instituciones, además de las cantidades que ponían cada sindicato convocante.
Esta nota se ponía en conocimiento de los trabajadores:

“ Para exigir la modificación del Plan de Competitividad de la Siderurgia, elaborado por la Corporación de la Siderurgia Integral (CSI), unos 750 trabajadores del holding de la siderurgia integral, que integra a Ensidesa y Altos Hornos de Vizcaya (AHV), iniciaremos el próximo día 9 de octubre la denominada “Marcha de hierro”. Los sindicatos asturianos movilizarán a 250 trabajadores. El coste global de la movilización, que se desarrollará a lo largo de 18 días, superará los 60 millones de pesetas. La movilización de los trabajadores asturianos estará presidida por una única pancarta con el lema “A Madrid una etapa, la meta la siderurgia”. Se recorrerán de media unos 27 kilómetros diarios por Asturias, León, Valladolid, Ávila, Segovia y Madrid. A su vez unas 50 personas se encargarán de la logística, intendencia y apoyo que durante todo el itinerario necesiten los caminantes. Tanto el inicio como el final estarán respaldados por huelgas, la primera de 24 horas y coincidiendo con la llegada a Madrid otra de 48 horas. Para cubrir el volumen de dinero, que sale fuera de las posibilidades económicas de las tres federaciones del metal, los sindicatos han hecho un llamamiento a toda la sociedad asturiana y a las organizaciones empresariales para que se impliquen con los trabajadores afectados y ayuden a sufragar el coste de la acción reivindicativa. A tal fin, se ha abierto una cuenta en la oficina de la Caja de Ahorros de Asturias, de la calle Marqués de Teverga de Oviedo.”

Más o menos, esto fue lo que sucedió entre los meses que llevan desde septiembre del 91 hasta el mismo mes del 92. Fueron muchas más las movilizaciones y los paros que se efectuaron a lo largo de este año aquí descrito. Sólo he querido reflejar los momentos, -a mi juicio-, más importantes, y con una visión muy particular mía. Manifestaciones, concentraciones, encierros, estuvieron presentes a lo largo de todo el año, sin embargo, a pesar de tanto movimiento el plato fuerte estaba por llegar y este comenzó cuando...

En mayo del 92, con el visto bueno del Ministerio de Industria, se presentaba a sindicatos y comités de empresas el denominado Plan de Competitividad.
Este plan, en lo que se refiere a la siderurgia asturiana, afectaba a Ensidesa, filiales y empresas auxiliares, girando en torno a dos ejes fundamentales:

-Reducción de la capacidad instalada en 900.000 toneladas de acero y reducción de la plantilla operativa, con una pérdida de 6.400 puestos de trabajo y la aplicación de unas condiciones socio-laborales inaceptables.

Las protestas estaban motivadas por el bloqueo en las negociaciones del Plan de Competitividad, elaborado por la Corporación de la Siderurgia Integral (CSI), sociedad encargada de la coordinación y posterior fusión con Altos Hornos de Vizcaya, de Ensidesa.
Los sindicatos rechazaban tanto el plan industrial como el tratamiento de los excedentes laborales, cuyas condiciones económicas eran inferiores y muy alejadas de las habidas en la anterior reconversión siderúrgica. Los trabajadores y sindicatos se estaban temiendo el desmantelamiento de la industria española del sector y, según los planteamientos, ésta solo quedaría como acabadora de productos importados.
Industria hacía planteamientos utópicos, hablar en aquellos momentos de una capacidad de producción de 4,5 millones de toneladas, era colocar a las dos empresas del sector en el umbral de lo no rentable. Los planteamientos tenían el visto de ir más allá de una reconversión, parecía que se tenía la intención de que el sector desapareciese en un plazo no muy lejano.
A lo largo de los meses, desde que se constituyó la mesa de negociaciones de la siderurgia integral, fue tomando forma y cuerpo lo que al principio para los trabajadores era solo una sospecha, y es que, el Ministerio de Industria, a través de sus representantes en la mesa, no tuvieron nunca la intención de negociar el plan de competitividad, si no, todo lo contrario, imponerlo.
Con la caminata hacia Madrid, una medida de presión más, se intentaba conseguir unos objetivos que no eran otros que:

-CAPACIDAD DE PRODUCCIÓN
-IMPLANTACIÓN DE NUEVAS TECNOLOGÍAS
-AUMENTO DE LA CUOTA DE MERCADO NACIONEL
-INVERSIONES COMPLEMENTARIAS
-APLICACIÓN DE COBERTURAS SOCIO-LABORALES
-REINDUSTRIALIZACIÓN DE LAS COMARCAS AFECTADAS

Con la protesta sindical-obrera se pretendía llevar el problema de Asturias más allá de Pajares, con el ánimo de que el Gobierno fuese capaz de entenderlo, recordándoselo todos los días desde la carretera con la presencia de los trabajadores. La idea era que el Ministerio de Industria hiciese otros planes y aceptase parte de lo que la sociedad asturiana estaba demandando.
El plan presentado por la CSI estaba muy lejos de perseguir esas demandas, se limitaba a reducir producción, plantillas, y gastos urgentes, cantidades de dinero que posiblemente dejarían a la industria siderúrgica en situación de cierre.
Como la actual Administración parecía solo ceder ante medidas de presión de gran magnitud, con ese fin se preparó la bautizada como “Marcha de Hierro” sobre la capital de España. Los trabajadores siderúrgicos querían demostrar una vez más, que no estaban dispuestos a permitir la destrucción siderúrgica de nuestro país.
La organización en Asturias de la acción reivindicativa corrió a cargo de los sindicatos USO, CC.OO y UGT.
Los preparativos dieron comienzo a mediados de septiembre, se hicieron visitas a industriales, ayuntamientos, comerciantes, bancos, cajas de ahorro, etc., pidiéndoles su apoyo. A pesar de que la repuesta no fue por un igual, ni mucho menos, la fecha de partida se marcó para el día 9 de octubre, y ésta, se iniciaría con todas las consecuencias.
El día 8 de octubre se entregaron los equipos para la marcha en los locales de la AAVV de Santa Bárbara, en la plaza mayor de Llaranes (Avilés). El equipo personal de cada uno consistía en:

-Una bolsa grande de deporte
-Una mochila pequeña para diario
-Una capa impermeable
-Camisetas
-Calzoncillos
-Calcetines
-Zapatillas para el baño y descanso
-Calzado tipo playero para caminar
-Esparadrapo para las rozaduras
-Spray para el tratamiento de los pies.

Además se aconsejó que cada uno, lógicamente, llevara su propio equipo de aseo personal, facilitando la organización las toallas diariamente. Asimismo se recomendó llevar alguna prenda de abrigo ante las duras jornadas que se preveían por las tierras de León y Castilla. El tiempo otoñal es muy cambiante, las heladas y tormentas son frecuentes en esta época del año.
A partir de aquí la marcha de hierro yo la he visto más o menos así:

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