UN AÑO PARA LA HISTORIA DEL SINDICALISMO ASTURIANO
José Ramón Andrés Álvarez
Militante de la Unión Sindical Obrera
USO



Navegando por Internet, me dio por poner en el buscador “Marcha de Hierro”, más bien por recordar algo de aquel tiempo en que en Asturias se vivía la mayor crisis de la historia de la siderurgia y los empleos corrían un serio peligro de desaparecer. Cuestión que al final, de una forma encubierta en prejubilaciones anticipadas y otros tejemanejes legales, se logró hacer por los distintos gobiernos de turno sin que les haya costado un duro. Por naturaleza, la gente se va haciendo mayor y por ley de vida desaparece, con ello, a su vez, quedan viudas con pensiones irrisorias e hijos sin ninguna posibilidad de recuperar los empleos perdidos a causa de la tan mencionada “reconversión industrial”.
Mi sorpresa ha sido que a pesar de la repercusión que en su día tuvo esta movilización sindical, muy poco, por no decir nada, se encuentra escrito en este medio tan en boga hoy en día, y es por ello que bajo mi punto de vista, la “Marcha de Hierro” debe de tener un espacio más amplio y algunos capítulos más de lo que realmente se encuentra plasmado. Es por ello, que partiendo de unas notas que escribí, antes, durante, y, tras la movilización, me decido a reflejarlo en este blog sin pretensión alguna, más que la simple ambición de que se conozca algo más de lo que pasó en aquellos días, siempre teniendo en cuenta, que es una visión muy particular mía, de lo que yo viví, y de cómo lo vi.
Ensidesa estaba contra las cuerdas y los sindicatos, todos de acuerdo sin excepción alguna, decidieron echar el resto para afrontar el último asalto. Si el problema era que en Madrid no se escuchaban las peticiones de Asturias de continuidad de la actividad siderúrgica, la solución era simple: presentarse en la capital de España y decir las cosas en persona a quien correspondiese.
Ni cortos ni perezosos el día 9 de octubre del 92, una fecha donde la lluvia calaba hasta los huesos, cerca de 300 siderometalúrgicos partían desde Asturias con un marcado objetivo, la defensa de la siderurgia y la de sus puestos de trabajo. La llamada "Marcha de Hierro" contó en la salida con el apoyo y entusiasmo del pueblo asturiano que, conjuntamente con representantes políticos y sindicales, acudieron a Oviedo para dar el aliento a quienes aún tenían por delante 18 días y más de 500 kilómetros para la llegada a Madrid.
Me ha tocado sufrir -al igual que al resto de participantes-, las inclemencias del tiempo, la dureza del camino, el descansar en sacos de dormir sobre una colchoneta en lugares tan inapropiados como casas del Pueblo; pabellones deportivos; escuelas; sedes de los sindicatos y el madrugar sin apenas descanso, además de un largo etc. Todo ello, sin lugar a dudas, resultó en mucho amortiguado por los compañeros que formaban parte de la infraestructura organizativa y la intendencia configurada por las organizaciones sindicales y los voluntarios de distintas empresas como Carbónica Avilesina, que por parte de su Gerente desplazó a este acontecimiento a dos de sus más eficientes operarios: Pepe (al que bautizamos como el del agua) y su compañero Antonio Ferrer, quienes junto a los miembros de la Cruz Roja, que coordinaba Juan Campa y los Fisioterapeutas que voluntariamente se incorporaban a la marcha, acabaron siendo, además de imprescindibles, de los más queridos y apreciados.
Me ha tocado sentir la emoción que la Marcha de Hierro generaba cuando los vecinos de los pueblos por donde pasamos salían a la calle ofreciéndonos, además de su cariño, toda clase de productos para mitigar nuestro cansancio. Emotivo también resultó el que compañeros, amigos y familiares, participaron con nosotros en la caminata como el día de Valladolid, o el reencuentro con los compañeros del País Vasco en Pozuelo, el día antes de la finalización y que tuvo su culminación con la llegada a Madrid el día 26 de octubre.
Por muchos años que pasen, el recuerdo de las emociones que generó la marcha de hierro aún siguen vivos. Por ello, es por lo que quiero contribuir a los mismos con esta particular visión y donde intento reflejar lo que fue esa movilización que marcó historia en cuanto a las formas de lucha a partir de entonces.
Sin más preámbulos, para mí la historia comienza aquel día en que…

El principio

-Carlos, -dos de sidra
-¿Queréis algo de picar?
-Claro, después de la mojadura hay que entonar el cadáver, algunos ya no estamos para muchos trotes.
-¿Algo en especial?
-No, un poco de lacón y unos chipirones fritos
Son más de las tres de la tarde. Un miércoles 25 de septiembre de 1991 en una sidrería de Villalegre-Avilés. Los trabajadores que hemos secundado el paro de cuatro horas en la factoría de Ensidesa intentamos recuperarnos. Nos hemos mojado de lo lindo en la manifestación que a las doce del mediodía partió desde las instalaciones de la empresa siderúrgica en Avilés, hasta la plaza del Ayuntamiento de la villa, rechazando el plan de regulación de empleo que a propuesto el holding y en defensa de la reindustrialización de la comarca avilesina.
El recorrido ha sido de poco más de tres kilómetros en medio de un pertinaz aguacero. Cada uno de nosotros se pertrechó con todo tipo de atuendo para hacer más llevadera la caminata. Víctor Manuel Álvarez León, alcalde de Corvera, lució un modelito de sombrilla de color blanco, con publicidad de un lago, creo que era el de Banyolas, la grabación no debía de ser demasiado buena y los colores se difuminaron con el aguacero.
Sorteando los charcos, al paso por los hornos altos de la factoría, para animar a los compañeros que nos esperaban tras el slogan de ¡Ensidesa se salva luchando! Se les advertía:
-Adelante compañeros, ¡hay que mojarse!
No hizo falta mucha insistencia, todos se engancharon al autobús humano.
-Pero..., ¿acaso pensabais que ibais a estar solos?.
A la entrada de Avilés entonamos el “Asturias patria querida”, para, a continuación retomar eslóganes en contra de las manifestaciones hechas desde el gobierno por Solchaga y García Hermoso.
Las miles de personas que nos concentramos en el Parche, escuchamos atentamente el comunicado del comité de fábrica y los testimonios de solidaridad de distintos colectivos sociales. Se rechazó el proyecto considerado como irresponsable de la empresa, que estaba creando entre todo el colectivo de trabajadores un clima laboral insostenible.
Para concluir con la manifestación, a la que se incorporaron miembros de las Corporaciones de Avilés y Corvera, se entonó el himno asturiano. Y que conste que no llovió por como cantábamos, porque Salinero, presidente del comité de fábrica, además de un buen sindicalista, es un excelente intérprete y con un repertorio amplio del cancionero actual.
Para el viernes siguiente, queda convocada una jornada de paro de 24 horas y próximamente, pueden proseguir nuevas movilizaciones y manifestaciones en señal de protesta contra el plan fijado por los responsables del holding siderúrgico, ya que en el comité de empresa, se seguirán convocando movilizaciones en los términos que se consideren necesarios.
-Bueno, no nos podemos quejar. Después de todo y a pesar del tiempo nefasto de lluvia, la gente se está concienciando y acude a nuestra llamada.
-Joder, ya era hora, es que para sacar a los oficinistas y administrativos, la verdad... ¡cuesta un güevu!
-Hombre!, hoy estuvieron bien. Por lo menos se vieron caras nuevas y no las de siempre, y eso se notó mucho en la plaza del ayuntamiento. Hacia tiempo que no se concentraba tanta gente, estaba a rebosar y lo mejor, que no hubo ni el más mínimo incidente.
Estos son los comentarios entre varios de los compañeros que pertenecemos al comité de fábrica. Hay de todas las fuerzas representadas. Es asiduo que los viernes, tras la jornada laboral, coincidamos para tomar unos culetes de sidra. No hablamos de política ni mucho menos de movimientos sindicales, hoy es diferente.
La convocatoria de paro fue un éxito y los productores acudimos a la protesta masivamente. Desde el inicio en Oficinas Centrales, en el interior de la factoría hasta que se transitaba por las calles de Avilés, en todo el camino se fue incrementando el grupo hasta colapsar en toda su extensión la plaza del Parche, frente a la Consistorial.
Hacia mucho, muchísimo tiempo, que yo no veía tanta asistencia en una convocatoria del comité de fábrica. Es por eso, aunque el problema aún está en sus inicios, que nos sentimos satisfechos y nos anima en nuestra lucha sindical. Era una pena cuando por otras cuestiones, que siempre afectaron a los trabajadores, en la plaza del ayuntamiento avilesino siempre se veían las mismas caras. En muchas de estas convocatorias la moral sufría bastante deterioro, se venía abajo, y las fuerzas comenzaban a flaquear por no poder, o no saber, concienciar a la gente de que el problema era demasiado gordo para pasarlo por alto. Hoy a sido diferente, parece que el personal se va dando cuenta de la situación que se nos avecina y va tomando posiciones. Confiemos en que pronto se solucione y no se tengan que tomar acciones más drásticas. Nuestros puestos de trabajo peligran y hay que luchar por ellos, es el pan y el futuro de nuestros hijos lo que nos estamos jugando además del bienestar de toda la comarca avilesina.
Entre los problemas del transporte, la minería, la construcción, la agricultura, la ganadería, la pesca y tantos y tantos otros trabajos, la destrucción de empleo marcha por unos caminos imparables y eso, que tenemos un Gobierno socialista. ¿No habrá alguna forma de solución?. Esperemos que sí. En ello tenemos que confiar, aunque para lograrlo tengamos que salir a la calle como en el día de hoy, bajo la lluvia, el frío, la nieve o como sea necesario. Quedándonos en casa no se logrará nada y menos aún si no existe unión entre todo el colectivo de trabajadores. Esta unión hoy se ha sentido, se ha notado, y este es el camino para que continúe, nos esperan momentos muy duros y difíciles. Según las pretensiones del INI para la industria pesada, a los trabajadores siderometalúrgicos se nos presenta un futuro muy negro…
-Hasta luego.
-Nos vemos en el comité.
-Adiós.

Manifestaciones y paros

A las pocas fechas, los trabajadores de las factorías de la empresa siderúrgica Ensidesa volvimos a secundar el paro convocado por las centrales sindicales y el comité de empresa. Todos nos sumamos a las manifestaciones que se celebraron en Avilés y Gijón para exigir la retirada del Plan de Regulación de Empleo que presentó el Instituto Nacional de Industria.
Días antes, concretamente el jueves 26 de septiembre, varios miles de trabajadores de Ensidesa nos manifestamos por las calles de Oviedo y nos congregamos frente a la sede del Gobierno regional, mientras otros compañeros ocuparon las dependencias de la Dirección Provincial de Trabajo con el fin de lograr un compromiso por escrito de nuestra petición de prórroga para la presentación de alegaciones al expediente regulador, cuyo plazo finalizaba ese día.
El viernes 27, el paro fue de 24 horas. La huelga de protesta convocada para lograr que la dirección retirase la propuesta fue secundada de forma masiva. Igualmente, el paro fue prácticamente total en las empresas auxiliares que dependen de Ensidesa. Por la mañana más de dos mil trabajadores volvimos a concentrarnos frente a la Dirección Provincial de Trabajo. La manifestación llegó a colapsar la ciudad de Oviedo debido a los cortes de tráfico sin ningún incidente reseñable con los sufridos ciudadanos, dando éstos, muestras de solidaridad manifiesta hacia el problema que implica a toda la región. A su vez, los representantes sindicales se reunían con el director de Trabajo, Nicolás Álvarez, para que se suspendiera el plazo de alegaciones al expediente regulador, concluido el día anterior.
Por la tarde, otra masiva manifestación en Avilés. Sobre las siete menos cuarto llegamos a las inmediaciones de la plaza de España, entre gritos de -“…dónde está, no se ve, el alcalde de Avilés”.
Si esto no nos causaba sorpresa por la insolidaridad demostrada por el regidor socialista, ésta, nos la llevamos cuando poco después, los policías locales apostados a la entrada del Ayuntamiento, negaron el acceso y el uso del balcón al presidente del comité de empresa para dirigirse a los manifestantes por orden expresa del señor Alcalde.
Varios ediles, de los distintos partidos que formaban parte del equipo de gobierno del ayuntamiento avilesino, -que sí estuvieron presentes tanto en la manifestación y posterior concentración- intentaron mediar para que se facilitase el paso. No sirvió de nada, los agentes municipales cumplían la orden del alcalde y este no apareció por sitio alguno. Más tarde nos enteramos que estaba de paseo por el parque del Muelle. A las ocho de la tarde, el presidente del comité de empresa logró acceder al balcón, volvieron a arreciar los gritos contra el regidor socialista y Salinero, tuvo que calmar los ánimos:
-De momento tenemos que olvidarnos del alcalde, porque no está, no nos oye. Ya nos gustaría tenerlo presente para decirle a la cara cuatro cosas.
El balance se saldó con unos cuantos cristales rotos tras el forcejeo con los agentes que en todo momento trataron de impedirnos el paso.
El lunes 30 de septiembre, el comité de empresa respondió con otra movilización, cortando en horas de la mañana los accesos a la factoría avilesina. Ésta decisión se tomó sobre la marcha en un Pleno extraordinario celebrado a primera hora a fin de analizar la propuesta que la empresa hizo de iniciar de nuevo la tramitación del expediente de regulación temporal de empleo.
Los cortes que se iniciaron sobre la diez de la mañana tuvieron especial incidencia en la entrada de la acería LD-III, donde el atasco formado tardó varias horas en descongestionarse. Así también, el corte afectó a las entradas de Llaranes y Trasona, con repercusiones negativas para la empresa. La acción por sorpresa causó el efecto deseado y resultó todo un éxito.
La dirección de Ensidesa iniciaba un nuevo periodo de consultas y manifestaba que legalmente lo podía hacer. Así que lo emprendía sin cambiar ni una coma del expediente presentado a los trabajadores el 13 de septiembre, por lo que seguía afectando a más de tres mil ochocientos productores y en los mismos términos que conocíamos.
Por supuesto que la reacción de los sindicatos fue exactamente la misma, ya que no había cambios: -rechazo total el expediente-.
Los representantes sindicales seguíamos insistiendo en que nos faltaban datos en la documentación que nos presentó la empresa y por tanto, no reconocíamos su legalidad.
Los trabajadores de Ensidesa acatábamos masivamente los paros y movilizaciones. En varias ocasiones los cortes de tráfico en las carreteras comarcales y en la autopista “Y” colapsaron los accesos a la ciudad, además de infinidad de manifestaciones que se hicieron desde las oficinas Centrales de la empresa, saliendo casi siempre por el acceso de Llaranes, frente al Hospitalillo. Nuestro caminar por la carretera provocaba impresionantes atascos con retenciones de vehículos en varios kilómetros. No obstante, la tranquilidad de los afectados era la característica más notable. Una tranquilidad que solo se alteraba por los gritos de toda movilización de carácter reivindicativo como la que nos ocupa:
“Ensidesa se salva luchando” y alguna otra algo más guerrera como: “...si esto no se apaña, caña, caña, caña...”.
A la mayoría de las concentraciones acudieron ediles y concejales de todos los grupos políticos de Avilés y Corvera, así como del resto de ayuntamientos cercanos a la comarca. Eso sí, el en ningún momento solidario, Santiago Rodríguez Vega, alcalde avilesino, no se le veía, ni aparecía, por sitio alguno.
Al final de las concentraciones siempre había un apartado para la lectura de comunicados, notas, cartas y telegramas que eran enviadas por distintos comités en apoyo a nuestras reivindicaciones. La solidaridad con los trabajadores siderúrgicos de Ensidesa era creciente día a día. Regularmente, se cerraban los actos haciendo llamadas a la población para participar en las movilizaciones, tanto en Avilés como en Gijón.
Los sindicatos corrían con los gastos de desplazamiento en autobuses para todas las personas que querían asistir, saliendo desde la plaza del Vaticano en Avilés y con regreso a la finalización de los actos. De todos los colectivos de trabajadores se emitían comunicados solidarizándose con los productores de Ensidesa, y como se ha dicho anteriormente, todos tenían su apartado de lectura cada día. Se recibían telegramas de toda la región y de la totalidad de provincias españolas, incluso de las más alejadas como podía ser Canarias o las islas Baleares, Ceuta y Melilla.
Así, día tras día, semana tras semana, mes a mes, fue transcurriendo el tiempo, sin soluciones aparentes de una ni otra parte, con la incertidumbre de no saber: -¿qué podía pasar?

El encierro



Tras tres días encaramados en el tejado de la acería LD-III, los once miembros del comité de fábrica que adoptamos esa postura para reclamar la presentación inmediata del plan de futuro para la empresa, cansados pero con la moral muy alta, volvíamos a pisar tierra firme. A las puertas de la instalación siderúrgica nos esperaban más de un millar de compañeros, la totalidad de los medios informativos regionales y trabajadores de la cercana Enfersa, que con bastantes problemas en su factoría, -también estaban encerrados-, abandonaron momentáneamente su postura y estuvieron presentes en el recibimiento.
Todo había comenzado el día antes, a la salida de uno de los plenos extraordinarios que casi diariamente celebrábamos, nos reunimos distintos miembros de las secciones sindicales de USO, CC.OO y UGT y tomamos la iniciativa de hacer algo sonado para llamar la atención y que se nos facilitara de una vez el plan de futuro de la empresa.
El día era bueno, con sol, quizás esto influyó en nuestra determinación. A pesar de que nos encontrábamos en pleno mes de enero, por el día hacía una temperatura bastante agradable, en el cielo no había nubes y tenía un azul permanentemente primaveral.
Ni cortos, ni perezosos:
-Nos encerramos en el tejado de la acería LD-III, y no dejamos que nadie acceda al techo de la instalación hasta que la empresa facilite una contestación.
Todos de acuerdo, hacemos los preparativos para iniciar la acción al día siguiente.
Con la ropa de trabajo, unas mantas y el saco de dormir, en la tarde del martes 28 de enero de 1992, después de asistir a las asambleas informativas en los talleres de la empresa, sin decir nada a nadie, ni tan siquiera consultar con nuestros secretarios generales de las secciones sindicales, once compañeros del comité de fábrica, nos encaramamos en lo alto de la acería. Hacía buen día pero, ¡negra suerte!. Si primero subimos, primero cambia el tiempo. La helada que cayó esa primera noche no la recuerdo por más que lo intento en los largos años de mi vida, había más de dos dedos de escarcha en el tejado y la brisa cortaba.
Tapados como buenamente se pudo, pasamos la primer noche, además de no poder dormir por miedo a las fugas y escapes de gas. Rotativamente hicimos imaginarias, -recordando el paso por el servicio militar-, nos turnamos y alguno hasta pudo dormir a ratos. Yo, si lo puedo decir bien alto, en las tres noches que pasé en ese hotel, no pude conciliar el sueño en ningún momento.
Así trascurrieron uno tras otro los cuatro días que allí estuvimos, por la noche un gélido frío, enormes heladas, miedo al gas, nerviosismo... Por el día, mejor temperatura y soledad, mucha soledad. En algún momento del segundo día, mañana y tarde, recibimos la visita de los secretarios generales en las distintas organizaciones, lo que causó un efecto animoso puesto que seguíamos sin recibir noticias de la empresa y la moral se diluía por momentos.
Soportamos temperaturas de cuatro grados bajo cero, con capas de escarcha con un más que apreciable grosor. Por la mañana teníamos que raspar el piso para quitar el hielo y poder hacer ejercicios físicos para combatir el frío y el anquilosamiento que nos producía la escasez de espacio. Pasamos el tiempo hablando mucho sobre la situación de crisis de la comarca y de Asturias, llegando a la conclusión que no se trataba de un problema de la siderurgia o la minería, el problema era de todo el Principado.
Salvo pequeñas molestias de garganta y estómago, nuestro estado era bueno. Eso sí, se translucía el cansancio de las jornadas vividas en unas condiciones extremadamente duras, sobre todo al caer la noche, por el intenso frío. Pasaron bastantes días una vez abandonado el encierro, antes de poder olvidarme del sonido de la alarma que nos avisaba de la acumulación de gas, lo que nos obligaba a cambiar de lugar continuamente.
Tras deponer nuestra actitud y salir al exterior, portando una bandera del Principado de Asturias que hacía de pancarta principal, leímos un comunicado con el siguiente contenido:

“ Los miembros del comité de empresa de Avilés, encaramados durante los últimos días en el techo de la acería LD-III, queremos expresar nuestro agradecimiento a todos los trabajadores de ENSIDESA, a los compañeros de empresas Auxiliares, a las organizaciones sindicales, partidos políticos y medios de comunicación, el apoyo y la solidaridad que manifestaron a nuestra acción. Asimismo, exigimos del ministerio de Industria la presentación y negociación urgente del plan de viabilidad del sector siderúrgico. Desde aquí pedimos a todos los trabajadores, que secunden todas las iniciativas del comité de fábrica, único camino para lograr nuestras reivindicaciones”.
¡Todos al paro de tres horas del día 4 de febrero!
¡Todos a la huelga del día 6 y asistir a la manifestación en Oviedo!
¡La lucha empieza. Seguiremos!
Los encerrados
Muchas gracias

El abandono del encierro se produjo ante la convocatoria de asambleas informativas en las que necesariamente teníamos que estar presentes los miembros del comité. El proceso asambleario era para informar a los trabajadores sobre las movilizaciones planteadas por el comité de Empresa para los primeros días de febrero, que se centraban esencialmente en una marcha desde las factorías, hasta los ayuntamientos de Avilés y Gijón el día 3. Al día siguiente, un paro de tres horas en las dos factorías con marcha y concentración ante los ayuntamientos, donde se leerán sendos comunicados de los comités de fábrica.
El programa continuaba con una huelga de 24 horas en el sector del metal para la jornada del día 6 a partir del primer turno de la mañana y una manifestación en Oviedo en esa misma tarde. Así se comenzaba transcurrido el encierro, con todo un calendario de movilizaciones en el sector del metal en Ensidesa y en la comarca de Avilés. Otro tanto sucedería en Gijón por parte de Ensidesa-Veriña. Se presentaba una de las semanas más calientes contra el desmantelamiento industrial y el progresivo deterioro económico de la comarca.
Nuestra lucha no era solo por Ensidesa, eran muchas las empresas con un futuro incierto. Enfersa, Indusa, Confecciones Camino e Inespal, todas estaban amenazadas con alto riesgo de desaparición. El problema era global y la solución tenía que ser global. No esperábamos soluciones parciales; esperábamos que el problema fuese abordado en su totalidad. La gravedad de la situación exigía la urgente presentación del Plan de Competitividad de la Corporación Siderúrgica. Todos esperábamos. La posibilidad de convocar una huelga general en toda la comarca para el mes de marzo, iba tomando forma.
Los trabajadores del sector siderúrgico y metalúrgico asturiano secundamos la movilización de 24 horas de paro del 6 de febrero y asistimos a la manifestación en Oviedo, revelándonos contra la imposición de la Corporación Siderúrgica Integral y reclamando la presentación del documento y la apertura con carácter inmediato de una mesa de negociación, en la que se pudiesen analizar y consensuar las medidas que se aplicarían a las dos compañías siderúrgicas integrales españolas.
Con movilizaciones, encierros, manifestaciones, concentraciones, etc., pasaron los meses de marzo, abril y mayo. En junio, vuelta a los paros, esta vez, la huelga contra el plan siderúrgico, con fecha de comienzo el martes 16 de junio, fue de 48 horas con un seguimiento masivo. En las asambleas se refrendaron los paros para el mes de julio en los días 17, 18, 24, 29 y 30.
La producción en las factorías quedaba totalmente paralizada en las jornadas de huelga. Las concentraciones, el corte de carreteras, tanto en la variante como en la autopista, eran los principales actos de protesta en exigencia de modificaciones en el Plan de Competitividad, actos reivindicativos que se repetían continuamente. En las factorías no se registraban incidentes y se cumplían los servicios mínimos acordados por el comité y la empresa sin ningún tipo de incidencia. Tras todas estas jornadas de huelga y una monumental manifestación en Madrid, se conseguía de la CSI el compromiso a no presentar el plan laboral durante el mes de agosto. Era un momento de tregua a la espera de convocar nuevas acciones…

El desacuerdo

El viernes 4 de septiembre de 1992, la Dirección de Recursos Humanos entregó los listados del personal excedente, que en la empresa siderúrgica asturiana afectaba a 5.905 operarios nacidos antes de del 15 de septiembre de 1941. Estos eran los primeros que entraban en el sistema de prejubilaciones y jubilaciones anticipadas, fórmula que preveía la CSI para llevar a cabo la reducción de plantilla.
El desacuerdo con el plan industrial y laboral era total, los sindicatos se preparaban y estaban dispuestos a llevar las movilizaciones a las calles de Madrid y Bruselas en los próximos meses, para impedir que se llevasen adelante esas pretensiones. Por primera vez se oía “una marcha sobre Madrid”. El martes 15 de septiembre, la siderurgia vuelve a retomar las movilizaciones con una masiva manifestación en Avilés exigiendo la variación de los planteamientos de la CSI. El paro en los centros de trabajo fue total y afectó por igual a las empresas Auxiliares.
Significar la ausencia de incidentes y la solidaridad de los ciudadanos de las localidades afectadas. A finales de este mes de septiembre, en reunión celebrada en Oviedo, representantes de USO, CC.OO y UGT, determinan hacer una marcha a pie, que se iniciaría el 9 de octubre en Oviedo y finalizaría el 26 del mismo mes ante el Ministerio de Industria en Madrid.
A partir de entonces se forman equipos de trabajo con el fin de programar todo y no dejar nada a la improvisación. Se empiezan a mantener reuniones con representantes de los ayuntamientos de las comarcas afectadas, tratando de su implicación y adquiriendo de ellos el compromiso de subvencionar parte del coste de la marcha. Los alcaldes de la comarca avilesina hicieron pública una resolución tras reunirse en la tarde del jueves día 1 de octubre con los organizadores de la marcha, quienes explicamos los pormenores y el entramado necesario para llevar a buen fin la movilización. El coste en un principio, se tasaba en 30 millones de pesetas y los primeros ediles señalaron que cada ayuntamiento subvencionaría la marcha conforme a sus posibilidades. La aportación municipal completaría los ingresos que se reciban de otras instituciones, además de las cantidades que ponían cada sindicato convocante.
Esta nota se ponía en conocimiento de los trabajadores:

“ Para exigir la modificación del Plan de Competitividad de la Siderurgia, elaborado por la Corporación de la Siderurgia Integral (CSI), unos 750 trabajadores del holding de la siderurgia integral, que integra a Ensidesa y Altos Hornos de Vizcaya (AHV), iniciaremos el próximo día 9 de octubre la denominada “Marcha de hierro”. Los sindicatos asturianos movilizarán a 250 trabajadores. El coste global de la movilización, que se desarrollará a lo largo de 18 días, superará los 60 millones de pesetas. La movilización de los trabajadores asturianos estará presidida por una única pancarta con el lema “A Madrid una etapa, la meta la siderurgia”. Se recorrerán de media unos 27 kilómetros diarios por Asturias, León, Valladolid, Ávila, Segovia y Madrid. A su vez unas 50 personas se encargarán de la logística, intendencia y apoyo que durante todo el itinerario necesiten los caminantes. Tanto el inicio como el final estarán respaldados por huelgas, la primera de 24 horas y coincidiendo con la llegada a Madrid otra de 48 horas. Para cubrir el volumen de dinero, que sale fuera de las posibilidades económicas de las tres federaciones del metal, los sindicatos han hecho un llamamiento a toda la sociedad asturiana y a las organizaciones empresariales para que se impliquen con los trabajadores afectados y ayuden a sufragar el coste de la acción reivindicativa. A tal fin, se ha abierto una cuenta en la oficina de la Caja de Ahorros de Asturias, de la calle Marqués de Teverga de Oviedo.”

Más o menos, esto fue lo que sucedió entre los meses que llevan desde septiembre del 91 hasta el mismo mes del 92. Fueron muchas más las movilizaciones y los paros que se efectuaron a lo largo de este año aquí descrito. Sólo he querido reflejar los momentos, -a mi juicio-, más importantes, y con una visión muy particular mía. Manifestaciones, concentraciones, encierros, estuvieron presentes a lo largo de todo el año, sin embargo, a pesar de tanto movimiento el plato fuerte estaba por llegar y este comenzó cuando...

En mayo del 92, con el visto bueno del Ministerio de Industria, se presentaba a sindicatos y comités de empresas el denominado Plan de Competitividad.
Este plan, en lo que se refiere a la siderurgia asturiana, afectaba a Ensidesa, filiales y empresas auxiliares, girando en torno a dos ejes fundamentales:

-Reducción de la capacidad instalada en 900.000 toneladas de acero y reducción de la plantilla operativa, con una pérdida de 6.400 puestos de trabajo y la aplicación de unas condiciones socio-laborales inaceptables.

Las protestas estaban motivadas por el bloqueo en las negociaciones del Plan de Competitividad, elaborado por la Corporación de la Siderurgia Integral (CSI), sociedad encargada de la coordinación y posterior fusión con Altos Hornos de Vizcaya, de Ensidesa.
Los sindicatos rechazaban tanto el plan industrial como el tratamiento de los excedentes laborales, cuyas condiciones económicas eran inferiores y muy alejadas de las habidas en la anterior reconversión siderúrgica. Los trabajadores y sindicatos se estaban temiendo el desmantelamiento de la industria española del sector y, según los planteamientos, ésta solo quedaría como acabadora de productos importados.
Industria hacía planteamientos utópicos, hablar en aquellos momentos de una capacidad de producción de 4,5 millones de toneladas, era colocar a las dos empresas del sector en el umbral de lo no rentable. Los planteamientos tenían el visto de ir más allá de una reconversión, parecía que se tenía la intención de que el sector desapareciese en un plazo no muy lejano.
A lo largo de los meses, desde que se constituyó la mesa de negociaciones de la siderurgia integral, fue tomando forma y cuerpo lo que al principio para los trabajadores era solo una sospecha, y es que, el Ministerio de Industria, a través de sus representantes en la mesa, no tuvieron nunca la intención de negociar el plan de competitividad, si no, todo lo contrario, imponerlo.
Con la caminata hacia Madrid, una medida de presión más, se intentaba conseguir unos objetivos que no eran otros que:

-CAPACIDAD DE PRODUCCIÓN
-IMPLANTACIÓN DE NUEVAS TECNOLOGÍAS
-AUMENTO DE LA CUOTA DE MERCADO NACIONEL
-INVERSIONES COMPLEMENTARIAS
-APLICACIÓN DE COBERTURAS SOCIO-LABORALES
-REINDUSTRIALIZACIÓN DE LAS COMARCAS AFECTADAS

Con la protesta sindical-obrera se pretendía llevar el problema de Asturias más allá de Pajares, con el ánimo de que el Gobierno fuese capaz de entenderlo, recordándoselo todos los días desde la carretera con la presencia de los trabajadores. La idea era que el Ministerio de Industria hiciese otros planes y aceptase parte de lo que la sociedad asturiana estaba demandando.
El plan presentado por la CSI estaba muy lejos de perseguir esas demandas, se limitaba a reducir producción, plantillas, y gastos urgentes, cantidades de dinero que posiblemente dejarían a la industria siderúrgica en situación de cierre.
Como la actual Administración parecía solo ceder ante medidas de presión de gran magnitud, con ese fin se preparó la bautizada como “Marcha de Hierro” sobre la capital de España. Los trabajadores siderúrgicos querían demostrar una vez más, que no estaban dispuestos a permitir la destrucción siderúrgica de nuestro país.
La organización en Asturias de la acción reivindicativa corrió a cargo de los sindicatos USO, CC.OO y UGT.
Los preparativos dieron comienzo a mediados de septiembre, se hicieron visitas a industriales, ayuntamientos, comerciantes, bancos, cajas de ahorro, etc., pidiéndoles su apoyo. A pesar de que la repuesta no fue por un igual, ni mucho menos, la fecha de partida se marcó para el día 9 de octubre, y ésta, se iniciaría con todas las consecuencias.
El día 8 de octubre se entregaron los equipos para la marcha en los locales de la AAVV de Santa Bárbara, en la plaza mayor de Llaranes (Avilés). El equipo personal de cada uno consistía en:

-Una bolsa grande de deporte
-Una mochila pequeña para diario
-Una capa impermeable
-Camisetas
-Calzoncillos
-Calcetines
-Zapatillas para el baño y descanso
-Calzado tipo playero para caminar
-Esparadrapo para las rozaduras
-Spray para el tratamiento de los pies.

Además se aconsejó que cada uno, lógicamente, llevara su propio equipo de aseo personal, facilitando la organización las toallas diariamente. Asimismo se recomendó llevar alguna prenda de abrigo ante las duras jornadas que se preveían por las tierras de León y Castilla. El tiempo otoñal es muy cambiante, las heladas y tormentas son frecuentes en esta época del año.
A partir de aquí la marcha de hierro yo la he visto más o menos así:

La partida

¡Llegó la hora...!
Me desperté muy temprano, sobre las cinco de la madrugada. Por más que lo intenté no podía dormirme. Me sentía con nervios, la lluvia azotaba en las persianas y se colaba por las aberturas reposando en los cristales. Las gotas de agua, con el reflejo de la luz de las cercanas farolas de la iglesia, brillaban con una trémula luz haciendo un abanico de vivo colorido a distinto tamaños. Me acerqué a la ventana, noche cerrada. En la inmensidad del cielo ni un solo claro, llovía torrencialmente. Me asomé, el aire frío azotó mi rostro. No era de extrañar, el otoño había entrado con fuerza inusitada, las temperaturas al atardecer y por la noche bajaban considerablemente. A mediodía solía dejarse ver un apocado sol, sin apenas brillantez, el cuerpo lo agradece pero, así vienen después los procesos gripales, los catarros y el mal estar general del cuerpo. Hay que abrigarse y tener cuidado con las mojaduras.
Es 9 de octubre de 1992, un año de grandes conmemoraciones en nuestro país: Barcelona 92 y la Expo de Sevilla fueron algunas de ellas, entre otras. Los Juegos Olímpicos cimentarán la historia de los casi 11.000 atletas que han participado en ellos por su esfuerzo. Los XXV Juegos de la era moderna, que han contado con la mayor participación de la historia. Los Juegos del reencuentro, amparados por el impresionante calor del público que han hecho vibrar a todos los españoles, pendientes durante 16 días del televisor y también de una ciudad convertida en capital del planeta y que se engalanó para su fiesta más deseada, aquella que comenzó un 17 de octubre de 1986 cuando Juan Antonio Samaranch pronunció las palabras mágicas: “La ville de Barcelona”.
Para ellos la fiesta ha terminado, para nosotros, los trabajadores de Ensidesa y Altos Hornos de Vizcaya hoy comienza una movilización obrera en defensa de los puestos de trabajo en la siderurgia, y en nuestro caso, del bienestar en toda la región asturiana. Una movilización que pondrá a prueba la capacidad de sufrimiento de unos hombres que sin ser deportistas, intentarán demostrar que muchas veces manda más el corazón que cualquier preparación física estudiada con anterioridad.
El día anterior fue de intenso trabajo. La plaza mayor de Llaranes ha sido el escenario donde se entregaron a los componentes de esta acción sindical, sin precedentes en Asturias, el equipo de cada uno. En perfecto orden, por secciones sindicales, cada compañero recogió lo dispuesto para emprender el camino trazado. Mas de 500 kilómetros son los que nos separan de Madrid por las duras carreteras de Asturias, y las enormes y solitarias planicies de la meseta castellana.
Como uno de los miembros del comité organizador, sobre las ocho de la tarde celebramos la última reunión antes de la partida en el local de la USO en Avilés. Unas pequeñas recomendaciones y las instrucciones de nuestro sindicato sobre el comportamiento que hay que llevar durante los días de marcha. Se explicaron algunos de los consejos que los especialistas en medicina deportiva recomiendan para tener presentes, y sean de ayuda a que el largo camino que nos separa de la capital de España, no se haga más penoso y se evite, en lo posible, algún problema de tipo muscular y de rozaduras, que seguro a más de uno se le va a presentar. No hay que olvidar que la mayoría no está preparado para estas largas caminatas. Somos trabajadores, no grandes atletas.
Mi mujer Rosa y mi hijo David Javier, siempre dispuestos a ayudar, colocaron todo mi equipo en la enorme bolsa que se facilitó a cada uno de los integrantes de esta acción reivindicativa. En otra mochila menor, llevo los utensilios de aseo personal y el transistor, mi fiel compañero nocturno bajo la almohada. Las cuatro horas desde que me desperté, transcurrieron lentamente. David, -¿qué cosa más rara?, hoy ha desayunado todo lo que su madre le ha puesto, como si quisiera hacerme ver que se portaría de lo mejor en mi ausencia.
En mi compañía baja a la calle. Él, al colegio, yo hacia el taxi donde me espera mi cuñado y compañero de trabajo Andrés Martínez Baena. Son casi las nueve y media de la mañana. A las diez está previsto que los autocares inicien el traslado a Oviedo a los trabajadores, tanto a los que iniciaremos la marcha a pie hacia Madrid, como a los productores que quieran hacernos la despedida en la capital asturiana. Hoy en Ensidesa todo está parado, hay convocada una huelga de 24 horas. Como es normal en Avilés, en cualquier acto sindical, los autobuses parten desde la plaza del Vaticano, lugar de concentración de la mayoría de los movimientos de los trabajadores contra lo que se cree no es justo.
Desde la ventana de casa me dicen adiós. Mi mujer se queda algo preocupada por mi estado de salud, últimamente no muy buena. Me han puesto un régimen de comidas bastante estricto y casi seguro que en los días venideros no lo podré cumplir a rajatabla. Me he comprometido a ser comedido con los alimentos prohibidos y por supuesto que tomaré el medicamento correspondiente a cada hora que me han señalado, pero, las mujeres parecen tener un sexto sentido y siempre les queda la duda de si lo cumpliremos.
Desde que hemos abordado el taxi no ha cesado de caer agua. Los autobuses con dirección a Oviedo nos aguardan y la primera satisfacción tiene lugar al ver que donde yo me subo, el conductor es ni más ni menos que un íntimo amigo desde hace un porrón de años, Alberto, propietario de Autos Díaz de Cudillero, quien lo mismo que yo se lleva la grata sorpresa de la coincidencia, apuntándome que casi prefiere incorporarse a nuestra acción que luchar con los chavales en el transporte escolar.
Alberto lleva tiempo colaborando en todas las excursiones que programamos en el Club GEAS cuando salimos de buceo a distintos puntos. Es una excelente persona y un inmejorable profesional. Uno más del grupo al que le apasiona ver los pesajes de las capturas realizadas cuando la competición es de pesca submarina.
El ambiente durante el traslado ha sido bueno, se contaron chistes, algunos como es de suponer, de última hornada, otros no tan modernos, y algunos, aunque antiguos, puestos al día, con lo que no pierden un ápice de su gracia.
Somos de los primeros en llegar a Oviedo, no hay mucha gente cuando nos apeamos. Cada uno se pertrecha del fuerte aguacero bajo los soportales y aleros de los edificios de la calle Uría, frente al paseo de Los Álamos, lugar previsto para la partida a las 11:15 horas de esta fría mañana.
Poco a poco arriban el resto de autocares. La gente hace corrillos y comienzan a verse algunas pancartas portadas por compañeros de diferentes empresas que quieren resaltar este día de la partida hacia Madrid. Nos dan ánimos, nos desean suerte, -en algunos casos con frases bastante emotivas- y bastantes de ellos tienen pensado hacer esta primera etapa hasta Mieres. El gesto también lleva nuestro agradecimiento, es muy importante que cuanto mayor sea la columna, mayor será la repercusión que tendrá entre la sociedad asturiana el comienzo de la acción reivindicativa.
Antes de la partida de la capital ovetense, nos despiden los secretarios regionales de los sindicatos convocantes. Algún que otro político –pocos, la verdad- bastantes más de IU. También se han acercado a la cabeza de la marcha parlamentarios como, Laura González, Presidenta del Parlamento Regional y algún que otro diputado más. Quienes no faltaron fueron representantes de las distintas secciones sindicales de las numerosas empresas de la región.
Capítulo aparte merece Francisco Baragaño, quien además de ocupar el cargo de secretario regional de la USO de Asturias, es para mí un gran amigo. Paco es de esas personas que se hace querer, un sindicalista enamorado de su trabajo y que vive todas las acciones de los afiliados con inusitado y especial interés. Siempre está al tanto de lo que acontece y sus consejos, -como gran veterano sindicalista en la USO- son tomados en consideración como beneficiosos en cualquier momento de las reuniones de trabajo que se llevan a cabo. Sus palabras de aliento en este inicio de la marcha se quedarán en mi memoria para siempre. Paco Baragaño, -asimismo trabajador de Ensidesa-, siente en sus propias carnes todo lo que está sucediendo con la empresa y con la región. Es un luchador nato, -al que no le importa las horas que dedica al trabajo sindical- con una capacidad de dialogo que intenta inculcar a todos los que de una u otra forma tenemos alguna responsabilidad dentro de la estructura del sindicato. Su maltrecha rodilla no le permite, tan siquiera, intentar la hazaña, pero su promesa, y seguro que la cumple, es hacer alguna de las etapas, apostando en un primer momento por -la de Pajares no me la pierdo, aunque sea lo último que haga en mi vida, me ha dicho.


Oviedo - Mieres del Camino (9/10/92)

Desde la salida del Paseo de los Álamos, bordeando el campo de San Francisco y pasando delante del Palacio Regional, el personal se ha ido incorporando a la marcha. Lo mismo sucede en el primer kilómetro de la carretera de Mieres, varios trabajadores esperaban junto al edificio de La Nueva España y bajo la marquesina del Hotel Ramiro I. No cesa de llover y la columna a buen ritmo se encamina hacia la autovía.
En la primera hora se recorren 7 kilómetros. Un breve alto de 10 minutos y otra vez al camino. Hoy, cada uno de nosotros hemos tenido que traernos nuestra comida. En las paradas salen las empanadas, tortillas, filetes y bocatas de todo tipo; unos y otros compartimos las viandas. Se toman buenos tragos de vino de las numerosas botas que aparecen por cualquier esquina y el cuerpo se entona. Por momento la lluvia cesa de caer, se cierran los paraguas y las capas impermeables se guardan en las mochilas. Esto dura poco tiempo, los chubascos acompañados de un molesto y racheado viento son casi de continuo y hay que taparse.
Las conversaciones van en el sentido de la gran repercusión que está teniendo el inicio de la odisea y en las suaves pendientes, al llegar al alto, mirando hacia atrás, se observa la larga columna que ocupa todo el ancho de la calzada. Muchos, muchos, son los compañeros que se han incorporado y decidido a recorrer los kilómetros que separan Oviedo de Mieres.
A la altura de Perfrisa, poco antes de entrar en Mieres, los trabajadores de esta filial de Ensidesa nos reciben al pie de la carretera con varias pancartas de ánimo y expresando a voces su sentir a favor de esta protesta. Hasta el final de la etapa, -unos tres kilómetros más adelante- se incorporan a caminar junto al resto, engordando la ya de por sí numerosa columna.
Quienes han tenido trabajo a destajo, han sido los agentes de la Guardia Civil de Tráfico. Como pudieron, facilitaron la circulación de los vehículos que se encontraban con grandes dificultades para pasar. Las obras en la autovía ayudaron para causar más problemas. La larga columna ocupaba todo el ancho de la calzada y esto contribuía a la formación de grandes atascos durante todo el recorrido. Los vehículos, que por fuerza tenían que detenerse en los márgenes de la carretera por orden de los agentes de Tráfico, sus conductores y ocupantes no mostraban enfado alguno, al contrario, mostraban su condición de trabajadores dando su parecer y animándonos y deseándonos lo mejor en la larga marcha que habíamos emprendido.
A la plaza del ayuntamiento mierense llega todo el mundo calado hasta los huesos. El agua, el frío y el cansancio se reflejaba en el rostro de los trabajadores. Desde el balcón central de la Casa Consistorial, los secretarios de las secciones sindicales de Ensidesa felicitan y dan la enhorabuena por el buen comportamiento en este primer día, y el alcalde de la población nos la bienvenida. Los discursos son cortos, en todo el día no ha parado de llover y el personal no está para grandes escuchas. El mayor deseo es ocupar los alojamientos preparados con el fin de secarse e intentar descansar. Ya habrá mejores tiempos para escuchar mítines.
El polideportivo de Mieres está en obras y no se puede usar como alojamiento. Las condiciones del local donde pernoctamos los compañeros de la USO no son las más idóneas, hay que salir a la calle para acercarse a las duchas. Igual contrariedad pasaron los integrantes de CCOO y UGT.
El local es bastante pequeño, como sardinas en lata nos acomodamos como buenamente podemos y a pesar del cansancio surgen las risas, debido a los comentarios jocosos que se hacen sobre lo sucedido durante la jornada. De pared a pared -como por arte de magia-, aparecen unas cuerdas que sirven de tendal para secar la ropa empapada de agua. Con papel de periódico se rellena el calzado con el fin de extraer algo de la humedad, la pasta de papel es un material muy absorbente.
Gracias a los impermeables y capas para el agua, lo que más ha sufrido la inclemencia del tiempo ha sido el calzado y las partes bajas de los pantalones. No obstante, el calzado parece ser apropiado y bueno, el agua no ha logrado calarlo al completo. A pesar de todo, los problemas no parecen sobrepasarnos.
Por las emisoras de radio y los informativos de TV nos enteramos de la repercusión que la acción está teniendo a nivel nacional. El despliegue de medios de comunicación ha sido impresionante. Las entradas de los telediarios abren sus noticieros con información del acontecimiento. Los diarios de tirada nacional tienen desplazados en Asturias a sus corresponsales y las revistas semanales también han estado presentes. Dos medios informativos del país vecino, Francia, hicieron todo el recorrido junto a la marcha tomando nota de todo lo que ocurría y disparando sin cesar sus cámaras fotográficas. Además, un equipo de la televisión portuguesa, ha hecho entrevistas aprovechando las paradas técnicas y los tiempos de descanso. TVE, por medio de sus efectivos en nuestra región, ha estado desde el primer momento junto a la marcha de hierro, incluso sus trabajadores han hecho pública una nota comunicando su apoyo a la movilización.
En pequeños grupos, al ser el comedor de reducidas dimensiones, nos acercamos a cenar poco a poco. Algunos de los que bajan no se les ve muy satisfechos. Según parece, algunas de las bandejas de cordero no despedían muy buen aroma. Un grupo aproximado de veinte personas determinamos cenar en uno de los bares del contorno. Tras una sobremesa de media hora, me tomo un vaso de leche y un par de aspirinas. El último cigarrillo del día y como puedo, entre un maremagnun de piernas y cuerpos extendidos por el suelo, me introduzco en el saco de dormir. Enciendo el transistor, lo coloco bajo la oreja con el dial en la cadena SER y en antena el programa de mi preferencia, José Ramón de la Morena y El Larguero. En una de las desconexiones dan el parte meteorológico para el fin de semana:
-“No se prevén cambios sustanciales en lo referente al norte de la Península”. Continuará lloviendo.
Dentro de lo que cabe el día no ha tenido grandes problemas. Se acaba de comenzar y la moral es alta. Todos somos iguales y perseguimos el mismo fin, por la tanto, las siglas sindicales han quedado apartadas y las enseñas guardadas para mejor ocasión. En nuestra mente no hay más que el futuro de nuestros trabajos y de la siderurgia en sí. Y por qué no, más adelante para que nuestros hijos tengan donde poder ocuparse para mantener a sus familias y labrarse un futuro que a día de hoy es de lo más incierto. Intentamos que esta protesta tenga un final feliz y que acabe cuanto antes con un resultado digno.
La acción de protesta posiblemente se corte si la mesa de negociación es de nuevo llamada a reunirse y se asuma algún acuerdo beneficioso para nuestros intereses y los de la comunidad asturiana. Si no es así, pese a quien pese, se llegará a Madrid y nosotros mismos entregaremos en el Ministerio de Industria nuestras reivindicaciones ante los ojos de toda España. Todos esperamos conseguirlo, el camino que queda es duro y penoso, pero, nuestra moral está muy alta y el respaldo de toda una región nos alienta. Asturias no olvida y seguro que dentro de pocas fechas, dejará sentir su parecer y pensamiento. Hoy da la sensación de no estar concienciada de la acción que hemos emprendido, en pocos días –estoy seguro- todo cambiará y estaremos más unidos que nunca, como el gran pueblo que somos de gente sincera, trabajadora, luchadora e indomable. Algunos comentarios apuntan a que con una mejora del plan laboral podía ser suficiente.
Tenemos la esperanza de que con la marcha a Madrid, la administración deje de ser insensible a nuestras peticiones y con nuestros planteamientos se pueda negociar el plan industrial. Las propuestas que la dirección del holding sobre el plan laboral presenta, son absolutamente inadmisibles, su variación no será suficiente porque el plan lo consideramos algo global. Dentro se tiene que incluir la parte industrial, comercial, financiera y laboral.
Los sindicatos están dispuestos a modificar las posturas siempre que haya una variación de los planteamientos de la CSI. Si se abriese la mesa de negociación durante el transcurso de la protesta, esto ya sería un éxito. El plan de competitividad para la siderurgia pone en grave riesgo al sector y produce excedentes no asumibles.
Serán muchos días alejados de nuestras familias, éstas, estarán presentes en nuestro pensamiento a cada momento con el recuerdo de su cariño y de alguna forma nos acompañarán simbólicamente en cada instante. A partir de hoy sabrán de nosotros a través de las llamadas telefónicas o por los medios informativos que nos acompañan. Pensamos que quienes iniciamos la marcha ni mucho menos estamos solos, todo el pueblo asturiano acabará por solidarizarse y en el camino, aún existiendo dudas, encontraremos apoyo de todo tipo.
En las mochilas, además de nuestras pertenencias, llevamos una idea muy clara para exponer a la opinión pública y al Gobierno de la nación con nuestra presencia en la carretera. Queremos defender y asegurar el futuro de Asturias y de las generaciones venideras. La repercusión de la reconversión siderúrgica afecta a todos los sectores sociales y laborales de Asturias. La gran reconversión que se cierne sobre el sector metalúrgico amenaza el futuro de la región. En el transcurso de la década de los 80, el paro en la comarca de Avilés en el sector servicios se ha visto incrementado en la escalofriante proporción del 422 por ciento. En la zona avilesina ha empezado un creciente proceso de emigración. Hasta el año 1981 la población de la comarca ascendía a más de 170.000 habitantes; ahora, está muy cercana a los 150.000.
A lo largo de todo el verano se ha estado debatiendo el nuevo plan de reducción, sin llegar a ningún resultado positivo para los intereses de los trabajadores. Por ello, nos encontramos inmersos en esta serie de acciones tendentes a conseguir modificaciones sustanciales en el citado plan.
Con esta marcha, -entendida como una medida de presión más-, se pretende conseguir los objetivos que nos hemos fijado, que no son otros que el mantenimiento de la capacidad productiva de Ensidesa, adecuando instalaciones y diversificando productos; manteniendo el monto global de empleo y reindustrializando las comarcas afectadas. Pretendemos llevar una vez más, de otra forma, el problema de Asturias más allá de Pajares, con el única ánimo de que el Gobierno sea capaz de entenderlo.
Nuestra intención no es otra que el Ministerio de Industria diseñe otros planes más en consonancia con lo que la sociedad asturiana está demandando.
Ahora, iniciamos una larga marcha hacia Madrid en defensa de estas justas reivindicaciones con el apoyo de los compañeros que quedan en las fábricas, pero que estarán con nosotros en todos y cada uno de los kilómetros y pueblos por los que vamos a pasar. En este periodo necesitaremos más que nunca todo el apoyo y solidaridad de los asturianos, y más aún si cabe, de las comarcas de Avilés y Gijón, porque estamos seguros que las demandas de los trabajadores siderúrgicos pueden y deben de ser cuando menos atendidas.
Corren tiempos duros y en estas situaciones hay que prepararse para no sucumbir. Por ello, Asturias tiene que tomar conciencia de la situación real. Hoy comienza a inquietarnos el futuro de nuestros hijos y nos lo preguntamos, sin obtener una respuesta clara. Si hay alguien que verdaderamente se sienta solidario con Asturias, con Ensidesa, tiene que actuar en consecuencia. Se notó y mucho, la casi nula presencia de representantes del Gobierno asturiano, una prueba más de ineficacia para defender los intereses de la región. Hasta el día 26 de octubre, fecha prevista para la llegada de la marcha de hierro a Madrid, el Gobierno de la nación disponía de un amplio plazo para desbloquear las negociaciones, aunque el objetivo era difícil de lograr. En el caso que no se consiguiera el desbloqueo, se continuaría con las acciones de protesta. Todos, por que no decirlo, dirigentes sindicales y trabajadores confiábamos en que el Gobierno de la nación modificase el plan de competitividad de la siderurgia integral ante las medidas de presión iniciadas. El objetivo de la marcha sobre Madrid era sobradamente conocido: “forzar a la Administración del Estado para que cambiase el plan de la siderurgia integral”.
El problema en aquel tiempo era de voluntad política para realizar esa modificación que estábamos exigiendo. Existían movimientos encaminados a conseguir un acuerdo entre las partes que intervenían en la mesa de negociación. Pero, los responsables de la Corporación Siderúrgica Integral no fueron inteligentes para convocar –en el transcurso de la marcha- reuniones oficiales. En ningún momento dieron la impresión de querer hacerlo, cometiendo un error más de los tantos acumulados.
Los más optimistas esperaban regresar antes de llegar a Madrid, lo que significaría que se había abierto la negociación y que las peticiones, -si no todas- se habían materializado.
Al no ser así, la marcha de hierro se ha convertido en un hecho histórico de la lucha de los trabajadores de nuestro país. La marcha de los obreros siderúrgicos asturianos hacia Madrid atrajo la atención informativa durante y cada uno de los días de su trayectoria, como anteriormente fueron noticia los mineros leoneses por un camino muy parecido desde la villa de Laciana en la comarca del Bierzo leonés.
Estábamos convencidos de que un golpe de mala fortuna nos estaba arrebatando el futuro y nos preguntábamos el por qué en un año de grandes solemnidades no se nos resolvía nuestro problema laboral. Nos quedaban centenares de kilómetros y miles de pasos para que al final no encontrásemos la respuesta solicitada en el despacho del ministro de turno. La marcha no era violenta, todo lo contrario, pacífica. De momento la repercusión era positiva en la opinión pública. Esperábamos que Industria reconsiderase su postura. Sin lugar a ningún género de dudas, la marcha de hierro ha hecho historia.
La noche ha sido larga, hasta pasada la una y media de la madrugada estuve escuchando El Larguero, el equipo que forman este espacio deportivo es de lo mejorcito que existe en toda la radiodifusión española. Además de informar, sus comentarios son de lo más amenos y directos.
Entre sueño y sueño han ido pasando las horas, no fui capaz de encontrar la postura adecuada en toda la noche, vueltas y más vueltas. Tengo el cuerpo molido en parte a la muy hinchada colchoneta y a la blandura del somier, -suelo de cemento-. Eso sí, frío no he pasado, el saco de dormir es excepcional, a la media hora de introducirme en él tuve que quitarme toda la ropa y quedar solo con el pantalón de deporte. No ha habido excesivos ruidos, sólo se oían bastantes rebuznos en forma de ronquidos que más bien parecían motores subiendo Pajares a escape libre. En siguientes días habrá que estar atento y buscar lugares más idóneos. Mi compañero Baena –además de cuñado y amigo- tiene una suerte tremenda, él sí que no se entera de nada, apenas se mete en el saco y ya está dormido. Manuel Robledo Arango, Curro, otro de mis allegados compañeros se parece más a mí, no concilia el sueño tan fácilmente.
Todos son compañeros y conocidos desde hace bastante tiempo, no obstante, como es de suponer, en grupos más o menos numerosos siempre hay colegas más afines y se buscan posiciones para estar cerca unos de otros. A mi lado, a la izquierda se asentaba Curro, al otro lado Baena. Ninguno de los dos parece roncar, es muy a tener en cuenta para próximos días.